lunes, 19 de octubre de 2009

Hasta siempre jugón


Nos ha dejado un maestro entre maestros, el gran Andrés Montes. El narrador, que de una manera incomparable, nos ha trasladado la emoción y la pasión del baloncesto durante tantos años. Lo que el resumía con su mítico, I love this game. El único que conseguía que aguantáramos hasta altas horas de la noche por un partido, que nunca antes hubiéramos visto. Y lo que es mejor, acostarte con la sensación de que el madrugón de mañana habrá merecido la pena.

Creo en la idea de que el deporte y el baloncesto son entretenimiento y espectáculo, como el defendía, y que en muchas ocasiones hay que restarle dramatismo. De esa idea nacen los motes o latiguillos por todos conocidos, que siempre recordaré con una sonrisa. Una temporada será un curso baloncestistico, un tapón será un pincho de merluza, cuando un equipo gane sin problemas estará paseando a Miss Daisy, y una canasta de churro será un bonilla, como tanto le gustaba decir.

Además de los hilo de seda Houston, melodía de seducción Sprewell, el reflexivo Fisher, E.T. Gasol o aerolíneas Jordan, me quedo con esos clubes en los que reunía todo tipo de jugadores. Ya fuera, del gourmet, de cristal de bohemia, de al salir de clase, de se dejaba llevar o del calabazas club, en el que nos sentíamos tan identificados. Por tantas y tantas noches en vela, gracias Andrés.